Un verdadero maestro es aquel que posee características esenciales, entre las que lo distinguen fundamentalmente, como un líder, formador y forjador de personas. Maestro es aquel que potencia saberes y valores que contribuyen al desarrollo de las personas, no sólo enseña e instruye, sino que educa con actitudes y ejemplos de vida.
Para ser más precisos, maestro fue, es y será para siempre nuestro querido Carlos Timoteo Griguol.
En Gimnasia, sus clases comenzaron 26 años atrás, exactamente un 29 de octubre de 1994, cuando en un Bosque repleto de Triperos y Triperas se hizo presente por primera vez al frente del equipo y, desde aquel día, quedaría firmada de manera inquebrantable la unión Lobo-Timoteo, Timoteo-Lobo.
Rememorar las extraordinarias temporadas de los 90 y principios de siglo sería quedarse tan sólo con una pequeña porción de la pintura, sería detenerse en el examen, sin observar todo el proceso de aprendizaje previo.
Bajo los pilares de una fuerte conciencia social, respeto, esfuerzo y compromiso, bregó por tener en óptimas condiciones las canchas y el predio de Estancia Chica, y por la importancia de una buena alimentación y educación de los futbolistas más jóvenes.
Las anteriores son simplemente algunas de las tantas enseñanzas que nos dejó, y que perduran en todas y cada uno de sus pupilos. Aquellos como Messera, Chirola Romero o Lobos son algunos de los ejemplos quienes, actualmente desde su lugar en el Club, buscan transmitir los valores legados por el Viejo Griguol.
Isabel Allende cita que “la muerte no existe, la gente sólo muere cuando es olvidada”, y creenos, Timo querido, que para los Triperos y Triperas estarás siempre con nosotros.
Hasta siempre, Maestro.
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