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Julio Mocoroa, declarado Ciudadano Ilustre

La Plata , 13/6/2022

Por: GELP

Histórico: fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad el legendario boxeador Tripero Julio Mocoroa.

Imagen de la novedad

Por medio de una iniciativa de la Subcomisión de Cultura, impulsada por la Concejala Sabrina Bastida, se declaró Ciudadano Ilustre post mortem al reconocido boxeador tripero. El hecho ocurrió el pasado jueves 2 de junio en el Concejo Deliberante de la ciudad de La Plata. Su hija Hebe y su familia recibieron el esperado y justo homenaje con mucha emoción y alegría.

El apellido Mocoroa durante gran parte del siglo pasado estuvo vinculado directamente a las páginas más importantes del deporte nacional, fue el paso del tiempo el culpable principal de que historias como esta, antaño conocidas por todos, se convirtieran en relatos de un pasado cada vez más lejano y desconocido. La decisión de Gimnasia de poder rescatar del olvido las vidas de quienes han hecho grande a la institución permitió profundizar en la historia de Julio.

Nació en el seno de una familia trabajadora. Sus padres fueron Juan Mocoroa — trabajó en los tranvías de la ciudad durante muchísimos años y también como detective dentro de la policía local— y Laura Melgar. Tuvo dos hermanos, Cora y Eduardo Mocora. Julio egresó del Colegio Nacional, donde forjó las herramientas que le permitieron, con mucho esfuerzo, estudiar Farmacia en la por entonces Facultad de Química y Farmacia, hoy Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata. Repartía sus horas de estudio con sus trabajos en la policía local y como instructor de boxeo en el Club de Gimnasia y Esgrima La Plata, su segunda casa, de donde también era socio y asiduo asistente a los partidos de fútbol, deporte que lo apasionaba.

A la par de sus estudios y el trabajo es que comenzó su camino como boxeador. En una entrevista declararía que se acordaba exactamente cuándo había comenzado a boxear, fue el 3 de diciembre de 1921 la primera vez que se calzó los guantes. Un amor a primera vista. Desde ese día hasta su fallecimiento, llevaría una vertiginosa carrera de 10 años. Alegrías, tristezas y campeonatos lo acompañarán en ese viaje.

Su primer gran logro boxístico fue en 1923, cuando aún era un adolescente. Participó del Campeonato Sudamericano de boxeo en calidad de campeón argentino aficionado y resultó vencedor del mismo. Esto le dio un amplio reconocimiento a su carrera y lo posicionó como una de las más importantes promesas del deporte nacional.

En 1924, apenas unos meses después de ser campeón Sudamericano, llegó a la final que definió qué boxeador argentino iba a representar al país en los Juegos Olímpicos de París. Quedó a las puertas de ese sueño, ya que cayó derrotado contra el reconocido Pedro Quartucci, quien años más tarde dedicaría su vida al mundo de la actuación. Con Pedro supo tener una buena amistad y un tiempo después lo vencería en nuestra ciudad, era la revancha de ese combate.

Su incursión en el boxeo profesional responde sobre todo a un contexto de época. Julio declaró más de una vez que él era boxeador porque amaba el deporte, de hecho afirmó no tener problemas con tener que dejar de pelear, él había planificado su vida de manera tal que el deporte y el estudio pudieran ir siempre de la mano, su familia y su club le habían inculcado la importancia de ambos aspectos: “Mens Sana in Corpore Sano”, naturalmente. Ocurrió que, como en el fútbol, comenzaron a surgir las primeras peleas por dinero y en consecuencia, aparecieron los primeros deportistas profesionales, esta situación le tocó de lleno. Formalmente a inicios de 1926 tuvo su primera pelea en calidad de profesional. Bajo esta modalidad, supo cultivar un récord de 18 peleas ganadas, 3 empates y 2 derrotas. Se mantuvo invicto por más de cuatro años, entre 1926 y 1930.

El año del inicio de su profesionalismo fue el año en que se convirtió en campeón argentino de peso pluma por la Federación Argentina de Boxeo (FAB), fue a fines de marzo, ante Olivio Gulle en plena ciudad de Buenos Aires, el reconocido Parque Romano lo esperó repleto por una multitud de seguidores. Haberse convertido en campeón argentino le permitió pelear contra varios contrincantes de peso, incluidos campeones europeos y sudamericanos que venían al país en búsqueda de grandes desafíos.

Se casó con María Celia Bottaro, quien fuera familiar de Angel Bottaro, histórico jugador de fútbol de Gimnasia campeón de la División Intermedia en 1915. Tuvo una única hija —Hebe Haydee— y tres orgullosas nietas, Graciela, Adriana y María Laura.

Julio llegó al año 1930 como invicto, sus sucesivas victorias lo convirtieron en un verdadero ícono del boxeo argentino. Su apodo era el “Bulldog Platense”, ya que tenía un perro bulldog como mascota. En marzo de ese mismo año tocó el pico de su popularidad: se enfrentó al otro gran invicto de la época, Justo Suarez, “el Torito de Mataderos”. La pelea realmente fue un antes y un después en la historia del deporte argentino, el país entero se paralizó para escuchar el enfrentamiento entre ambos jóvenes, los mejores en su peso indudablemente. Los contrincantes compartían el cariño de la gente por ser grandes personas, además de exitosos deportistas, por tal motivo, multitudes los seguían a donde peleaban. La contienda fue durante décadas la de mayor convocatoria en la historia argentina, las crónicas señalan que más de 50.000 personas se hicieron presentes en la vieja cancha de River Plate en Alvear y Tagle, estadio que luego sería testigo del primer campeonato de fútbol de Primera División obtenido por Gimnasia. Las máximas autoridades de la nación y figuras como Carlos Gardel —quien era un confeso admirador de Mocoroa— se hicieron presentes. La victoria fue para Justo Suarez por la vía de los puntos. Igualmente Julio salió contento de aquel combate, tiempo después declararía que su objetivo era demostrar que estaba a la altura de los mejores y que sabía que en una revancha, la pelea sería victoria para él.

Tras la contienda con Suarez, Mocoroa viajó a Sudáfrica con su gran amigo José Carattoli, con quien compartía además del boxeo su pasión por Gimnasia. Fue una travesía de más de un mes donde aprovechó a pelear internacionalmente y juntar el dinero suficiente que le permitiría, en el corto tiempo, realizar una gira por los Estados Unidos. Su enorme popularidad le había abierto las puertas de muchos grandes escenarios del mundo y sabía que tenía una oportunidad única. Ya había realizado giras por Brasil y Uruguay, donde sus exhibiciones acrecentaron la fama de su nombre.

El 3 de abril de 1931, en plena cresta de su carrera, con tantos sueños por alcanzar y metas por cumplir, tuvo un accidente con su auto. Aquel fatídico día Julio se dirigía con su esposa al Luna Park donde iba a firmar el contrato formal de la revancha de la mítica pelea contra Justo Suarez. Sobrevivió al accidente, pero unos días después debió ser operado y al tiempo una neumonía complicó su cuadro. Falleció a la edad de 25 años, el 9 de abril de 1931.

Su muerte fue un durísimo golpe para el mundo deportivo argentino, así lo reflejaron medios nacionales e internacionales. Su último viaje fue al cementerio platense y convocó a miles de seguidores que en masa despidieron a su primer gran ídolo, a aquel hombre que mejor los representaba y quien logró escribir la primera página dorada del pugilismo de la ciudad. La caravana partió desde Plaza Moreno y pasó por la sede Gimnasia, el Club de sus amores, para culminar con el adiós eterno.

Julio Mocoroa significó muchísimo para varias generaciones de platenses. Fue tres veces tapa de la revista “El Gráfico”, reconocimiento que pocos platenses fuera del ámbito del fútbol han logrado alcanzar. Años después de su fallecimiento surgieron dos clubes, en San Juan y Mendoza, que orgullosos eligieron su nombre como distintivo. El club sanjuanino aún sigue en actividad, hace poco festejó sus 84 años de vida. Por su parte, el club mendocino cerró sus puertas hace algunos años, aunque la promesa de reinauguración siempre está latente. De este último surgió ni más ni menos que Nicolino Locche, uno de los mejores boxeadores de todos los tiempos y dueño de un estilo defensivo único que pulió con su entrenador Paco Bermudez, quien, naturalmente, era admirador de Julio.

En 2012 la provincia de Buenos Aires realizó un homenaje a su familia, con entrega de diploma incluido.

En este 2022, su Club, Gimnasia y Esgrima La Plata, tomó la justa e impostergable decisión de homenajearlo y reconstruir a fondo su historia, una cuenta pendiente que esperó mucho tiempo para ser saldada.

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